jueves, 2 de octubre de 2014

Salir del armario

Mientras escribes, el texto es para ti. Puedes amarlo, odiarlo o serte indiferente, pero es algo personal. Yo, al menos, prefiero que en ese primer estado no lo lea nadie. Los borradores son piezas inacabadas y, como tales, deben ser protegidas. Pero cuando uno al fin ya ha terminado y ha pulido lo que había que pulir llega el momento de sacarlo a la luz. Y en ese momento es cuando uno "sale del armario".

Hasta ese momento tus conocidos saben que escribes, quizás incluso te hayan preguntado sobre el tema de tu novela o que le hagas un pequeño resumen. Pero en el momento en el que tu novela está ahí fuera es diferente. Pueden leerla (o echarle un vistazo) y juzgarla. Los miedos e inseguridades atacan como nunca. ¿Será lo suficientemente digna como para no parecer un inútil? ¿Puede que piensen que es infantil? ¿Negarán con la cabeza pensando que es mejor no decir nada y hundirme en la miseria?

Esas inseguridades pueden matar. Pueden hacer que no vuelvas a escribir en un tiempo, convencido de que todo lo que hagas será algo para desechar y tirar a la basura. Pensar más en las críticas futuras que en el texto que tienes delante y la trama que intentas desarrollar.

Al final lo único que te queda es dejar esos pensamientos negativos y confiar lo suficiente en tu obra como para ser consciente de sus debilidades y puntos de mejora pero, también, sus puntos fuertes. Estar orgulloso de ella pese a los defectos que pueda tener.

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