miércoles, 21 de octubre de 2015

Mientras escriben II


Prefiero crear una serie que 100 personas necesiten ver, que una serie que 1000 personas quieran ver.

Joss Whedon (Buffy Cazavampiros; Los Vengadores)



El trabajo es lo que haces cuando te dicen que has de hacer. El trabajo es aparecer en la fábrica, seguir instrucciones, acudir a reuniones y ser guiado. Siempre hay alguien que pueda hacer tu trabajo un poco mejor, un poco más rápido o un poco más barato que tú. El trabajo puede ser difícil, puede requerir ciertas habilidades, pero es un trabajo. Tu arte es lo que haces cuando nadie puede decirte exactamente como se hace. Tu arte es el acto de hacerte responsable, desafiar el status quo y cambiar a la gente.

Seth Godin, (Linchpin: Are You Indispensable?)



Creo que hay dos tipos de escritores, los arquitectos y los jardineros. El arquitecto planea todo con tiempo, como un arquitecto construye una casa. Sabe cuántas habitaciones habrá, que tipo de tejado tendrá, dónde estarán los cables, que tipo de tuberías va a haber. Tienen todo diseñado y planeado incluso antes de que claven el primer clavo. Los jardineros cavan un hoyo, plantan una semilla y la riegan. Saben más o menos que semilla es, saben si la semilla es de fantasía o de misterio o lo que sea. Pero la planta crece y la riegan, pero no saben cuantas ramas va a tener, lo van descubriendo mientras crece. Yo soy más un jardinero que un arquitecto.

George R.R. Martin (Canción de Hielo y Fuego)



Muchos shooters piden al jugador que use la violencia contra un tipo de maldad pura y sin ambigüedad: monstruos, nazis, matones de corporaciones, aliens con ambiciones territoriales.  A pesar de todo estos shooters normalmente no tienen nada que decir sobre la maldad y la violencia excepto que la maldad es mala y la violencia es violenta.  Este nunca será el tema más prometedor para indagar y, aún y así, los shotters siguen utilizándolo con la misma falta de cuestionamiento que un monje medieval copiando unos escritos.

Tom Bissell (Extra Lives: Why Video Games Matter)



Escribo cuatro manuscritos al año y escojo sólo uno para publicar. Me obsesiona la cifra cuatro y no entiendo el por qué. Escribir y publicar no es lo mismo. Para mí escribir es una necesidad vital, absoluta. No puedo vivir sin escribir. En cambio publicar significa ganar dinero, contactar con gente. Para mí son dos actos completamente distintos. Al escribir soy absolutamente incapaz de pensar que aquello se publicará. Llevo 20 años escribiendo y publicando una novela al año y es un ritmo que me va bien.

Amélie Nothomb (Estupor y Temblores; Metafísica de los Tubos)

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Comentarios sobre "La Cita"

Esta semana he puesto a la venta en Amazon otra de mis novelas, La Cita. En principio mi idea era publicar la segunda parte de Los Mundos Cambiantes, coincidiendo con el aniversariode la publicación del primer libro, pero el proceso de revisión está tardando más de lo esperado. Así que, finalmente,  he decidido publicar antes La Cita. Esta novela corta la escribí entre las dos partes de la saga de Deret y compañía como forma de descansar del desierto y la fantasía, así que supongo que ha acabado apareciendo cuando debía.

La trama de La Cita es diferente a lo que suelo escribir por varios motivos. No tiene elementos de fantasía (no demasiados, al menos), solo hay dos protagonistas y casi todo transcurre la misma noche y en el mismo lugar. Mi intención era utilizar dos personajes que ya había creado con anterioridad y ver como se relacionaban entre ellos, como chocaban o como acababan entendiéndose. Ivo, uno de los protagonistas, fue creado en una historia corta que se reproduce casi en su totalidad al principio de la novela. Como punto de partida me gustaba pero siempre me dejó la sensación de que había algo más en él, suficiente como para querer explorarlo. Aisha, por otro lado, no tenía hogar, solo un nombre prestado por una amiga y un concepto que me interesaba. Intenté juntarlos en varias ocasiones, primero en un relato con más personajes y una trama común y luego con una serie de relatos cruzados. Pero nada parecía funcionar hasta que entendí que Ivo y Aisha debían estar solos, sin nada que entorpeciese su diálogo. Ellos dos eran lo importante, nada más. Cuando lo tuve claro, fue fácil continuar escribiendo.

El resultado es la novela que tenéis en este link, y en el icono de al lado en el blog. Ya me comentaréis que os parece el resultado. Espero que os guste.


domingo, 9 de agosto de 2015

Se ha quedado buena tarde

-Aquí, Encarna.

Encarna se cambia el bolso de mano, saluda al grupo sentado en la mesa y se dirige hacia él. Se sienta con las demás mujeres, todas de su misma edad. Pili lleva una chaquetilla sobre los hombros, pese a estar en pleno Agosto, para evitar el frío del aire acondicionado. María, a su lado, se abanica con vigor con una revista del corazón. Anita sonríe a Encarna, mirándola por encima de sus gafas. Antes incluso dejar el bolso en la mesa y sentarse, el camarero acude rápido a tomar nota a una de sus clientas habituales.

-Un café con leche de soja, descafeinado y con sacarina. Y bien caliente.

-Uh, caliente dice, con el calor que hace- dice María, abanicándose aún más fuerte si cabe.

-Di que sí, que el café frío no vale para nada- responde Anita.

-Pues mi Andrea se lo toma siempre con hielo, incluso en invierno- María no quiere dar su brazo a torcer.

-Bah, eso es todo agua.

-Gracias joven- dice Encarna cuando el camarero le trae el café. Ya tiene el dinero preparado, que le tiende con un gesto.

El grupo de mujer observa pacientemente a que el camarero se aleje. Luego se miran las unas a las otras. La revista chocando contra el busto generoso de María es el único sonido que emiten.

-Bueno, ¿y entonces cómo ha ido?- pregunta finalmente Pili, casi susurrando.

Encarna rebusca en su bolso y saca una carpetita. La deja encima de la mesa. Las otras mujeres la miran con atención. Luego vuelven a mirar a su amiga, esperando, atentas. Encarna hace un gesto para que las demás abran la carpeta pero ninguna hace nada. Esperan a que ella hable.

-Ya está, se acabó.

-Ay, hija mía, como te gusta hacernos sufrir- dice María, más acalorada aún- Ya pensaba que había pasado algo y…

-Shhh, calla, mujer- le recrimina Pili.

-Si no se entera nadie…

-No se entera nadie hasta que alguien se ha enterado- dice Anita y María calla, a sabiendas de que tiene razón- ¿Te ha visto alguien?

-Que va. Lo hice como hablamos. Le pedí que me ayudara a subir la compra y, cuando estábamos en el piso, ¡pam!

-Pero con el cacharro ese en la pistola, ¿no? – pregunta María.

-Mujer, ¡te quieres callar de una vez! – Pili está perdiendo la paciencia. Mira a su alrededor, segura de que alguien las ha escuchado.

-Sí, sí, con el silenciador ese puesto. No sabía cómo quitárselo y se lo dejé puesto desde el principio.

-¿Y cuánto te han dado?

-Pilarica, hija mía, habla más fuerte que no te escuchamos ni nosotras- dice Anita. Mira a Encarna y suspira. Entre Pili y María la están sacando de sus casillas.

-Que cuánto te han dado.

-Está en la carpeta. Abridlo, abridlo.

Las tres mujeres se miran y, al final, es María quien deja la revista con la que se abanicaba en la mesa y se abalanza hacía la carpeta. La abre, aparta los documentos que hay y coge un sobre. Mira en su interior y en su boca se forma una mueca de sorpresa.

-¡UHHHHHHH!- grita.

-Virgen santísima- dice Pili, santiguándose.

-Si ya os lo dije yo, que nos podíamos ganar unas buenas perras- recuerda Anita.

-De momento la que se ha ganado las perras he sido yo. Que anda que no me ha costado mover el mamotreto y limpiar todo…

-Oye, que yo te he dejado el piso de mi Antonio- dice María.

-Y yo compré la pistola- añade Pili, volviendo a los susurros.

-La compró Vicente- corrige Anita.

-Tanto monta…

-Lo habrás dejado limpio- dice María, desconfiada. Ha vuelto a coger la revista y continúa abanicándose.

-¿La pistola?- pregunta Encarna.

-Shhhh- Pili está tan nerviosa que se ha quitado la chaquetita. Rebusca en su bolso, saca un abanico y se une a María.

-Mujer, el piso.

-Hombre, claro. Tengo las muñecas, ay, como tengo las muñecas.

-Si es que ya os dije yo que un veneno es mucho mejor- dice Anita.

-Tú no estás contenta nunca. Pues cuando te toque a ti ya lo haces como te dé la gana.

-Anda, Encarna, no seas así- dice Pili, temiendo que sus amigas empiecen una nueva pelea.

-Yo solo digo que todas somos nuevas en esto y que nadie es la experta, ¿no?

-Lo que tenemos que hacer es ser listas y que no nos pillen- dice María.

-Hablando de eso, ¿con el muerto que has hecho?

-Pues lo que hablamos, ¿no? A trocitos y para el carro. De momento en el congelador lo tengo, a ver si se nos ocurre algo porque un día me voy a equivocar y al guiso se lo voy a echar.

-Madre del amor hermoso- Pili, escandalizada por las palabras de Encarna, deja el abanico y se vuelve a santiguar.

-Buenas tardes, guapas, ¿Qué tal?

Un hombre se acerca al grupo de mujeres, que no pueden evitar pegar un pequeño brinco. Es el dueño del bar, que las conoce desde hace años. Las mujeres le sonríen y le desean las buenas tardes, esperando que se marche cuanto antes.

-Calor eh.

-Uy, ni que lo digas- dice Anita, mirando de reojo a Encarna.

-Esta mañana ni con el aguacero que ha caído ha refrescado el ambiente.

-Bueno, ahora parece que se ha quedado buena tarde- dice Encarna.

-¿Queréis que suba el aire acondicionado? Que veo que estáis acaloradas.

-Uy, no, que luego me sienta mal al cuello- dice Pili, saliendo del estado de shock.

-Deja, deja, que ya no es el calor de fuera si no el calor de la “menopasia” – dice María, arrancando la risa del dueño.

Finalmente, el hombre se aleja y las deja solas. Las cuatro se miran y esperan unos segundos para volver a hablar.

-Pues habrá que decirle que lo hemos hecho- susurra Pili.

-A ver, déjame, que tenía aquí el “wasap”…- dice María,  mirando el móvil- Ay, de verdad, yo con las maquinitas estas no me aclaro.

-Déjame, mujer- dice Anita, mirando de lejos, pese a que llevas las gafas puestas- Aquí está. “Jefe”.
-¿Le has puesto jefe en el móvil?- pregunta Encarna.

-Es el que nos paga, ¿no?

María empieza a escribir con un dedo hasta que Anita se pone nerviosa y le arrebata el teléfono de las manos.

-Dame el teléfono ahora mismo.

-Calla, que voy más rápida.

-¡Callaros las dos! ¡Nos van a oír!- vuelve a insistir Pili.

Finalmente Anita acaba de escribir y le devuelve el teléfono a María. María lo recoge de un manotazo y mira la pantalla al ver que ya le han respondido.

-Dice que vayamos todas al lugar acortado.

-Acordado- dice Anita.

-Lo que sea.

-Bueno, pues yo ya os veo allí, que ahora tengo que recoger a mis nietos. Anda, id con Dios.

Encarna se levanta y se aleja de la mesa de sus amigas. Al marcharse se despide con una mano del camarero y del dueño, que están en la barra. Sale a la calle y comprueba que sí, que se ha quedado una buena tarde. 

domingo, 8 de febrero de 2015

La representación

Los héroes son hombres blancos heterosexuales. Al menos, es lo que nos ha enseñado la cultura cinematográfica, literaria y los referentes que aparecen también en videojuegos u otras formas de entretenimiento. Movimientos como el Gamer Gate vienen a certificar, tal y como decía @misterafilador en sus tweets de la semana pasada, que cualquiera que intente arrojar críticas a una forma de ver el mundo se encontrará con defensores de ese status quo. En realidad, los videos de Anita Sarkeesian, el test de Bechdel o esta entrada en el blog de uno de los creadores de La Leyenda de Korra (tal y como explica Mrs McGuffin en este post) vienen a decir lo mismo: debemos cambiar la forma en la que representamos la realidad en la ficción.

Disfrutar o no disfrutar de un producto cultural depende de muchas cuestiones. De lo bien hilada que esté la trama, los definidos que estén los personajes o la temática a la que se adscriban y si esta va con nosotros y, por supuesto, la identificación con los héroes de la historia.  Siendo así, no es difícil ver como gran parte del público se puede sentir dejado de lado cuando no se ve representado, cuando se les niega la existencia en el mundo ficticio o quedan relegados a papeles secundarios o roles tópicos. Y no solo me refiero a las mal llamadas minorías si no también a las mujeres, más de la mitad de la población.  

De ello tenemos ejemplos claros, como no permitirmatrimonios del mismo sexo en un juego que aboga por la libertad de decisiones, una saga que no tienepersonajes femeninos en sus juegos principales y quedanrelegados a los spin-offs o lo que ha costado que se planeen películas de superhéroes protagonizadas por mujeres.  Pero, luego, existen detalles que puede que incluso hayan escapado a la atención del autor pero que ahí están. No podía dejar de pensar cuando leía “El último deseo”  de Abdrezj Spakowski, la primera parte de las aventuras fantásticas de Geralt de Rivia, que el autor dedicaba etiquetas de bella o poco agraciada a las mujeres que aparecían pero no hacía otro tanto con los hombres. O me llama mucho la atención lo preocupadas que están las chicas de "Persona 4 Golden"  sobre su peso cada vez que comen. Estoy disfrutando enormemente del libro y del juego pero son detalles que me sacan de la historia. 

Al final se perpetuan unos estereotipos que son perjudiciales. Eso es evidente y, quien no lo vea, probablemente se encuentre en el grupo en el que la representación es mayoritaria (recordemos, hombres blancos heterosexuales) y nunca se ha sentido sacado de una historia por ese motivo.  Pero, además, hacen que las historias que nos contamos acaben siendo menos ricas. Al inventar un mundo, unos personajes, ¿por qué ir a lo obvio? ¿Por qué tu personaje es un hombre? ¿Podría ser una mujer? ¿Podría estar interesadas en personas de su mismo sexo? ¿De qué raza es? Si puedes cambiar todas esas características y la historia que quieres explicar no se ve modificada a grandes rasgos, entonces, ¿por qué no? Es evidente que si quieres tratar la crisis de la mediana edad en un hombre no vas a poder utilizar como protagonista a una mujer. O si quieres hablar de las dificultades de una pareja para tener un hijo de forma tradicional, tampoco podrás contar con una pareja homosexual. Ahora bien, si tu historia versa sobre salvar el mundo, sobre la vida en la gran ciudad o es un relato de terror, ¿no es más interesante no ir a lo obvio? ¿Utilizar la variedad que existe en la vida real para dar color a tu historia?

Los grandes estudios, las editoriales o las empresas de videojuegos se pueden escudar en que las ventas caen cuando sus personajes no son blancos, hombres y heterosexuales pero nosotros, los que estamos empezando, los que nos autoeditamos, los que creamos juegos sin tener una gran empresa detrás o hacemos cortos para colgar en youtube, ¿qué nos detiene? Demostremos que se pueden hacer historias con otros protagonistas sin tener que convertirlo en una estrategia de marketing o anunciarlo como una característica destacable. No es sencillo y, muchas veces, por pereza o por programación vamos a lo de siempre. Yo el primero. Pero ser conscientes de ello creo que nos hace ser mejores creadores.

jueves, 22 de enero de 2015

Un monstruo viene a verme

Las historias son criaturas salvajes - dijo el monstruo- Cuando las sueltas, ¿quién sabe los desastres que pueden causar?

Conor no está pasando una buena temporada. Su madre está enferma, su padre ausente, no se lleva demasiado bien con su abuela y, en el colegio, está apartado de todos menos de aquellos que le buscan para insultarle y pegarle. Además, sufre de unas pesadillas terribles que le hacen despertarse en medio de la noche. En medio de todo este panorama, Conor empieza a recibir la visita de un monstruo. Aunque parezca mentira, a Conor no le asusta demasiado pues sabe que hay cosas peores que él. Pero pronto descubre que el monstruo no ha venido a comérselo si no a contarle tres historias y a que, finalmente, Conor le cuente la suya. Su verdad, mucho más terrible que su día a día y que el monstruo. 



Patrick Ness nos ofrece con este libro una historia sobre el aislamiento, el dolor y sobre el poder de las propias historias. Conor empezará a comprender que la verdad no es tan fácil de discernir como cree y que todos los cuentos pueden tener varias caras y perspectivas. Los malos no son siempre los que creemos que son en un primer momento, no siempre sabemos qué es lo peor que nos puede pasar hasta que nos ocurre, los deseos no siempre se cumplen y la verdad es, muchas veces, lo más difícil de expresar. Ness apela a aquellos adultos que, pese a que intuyan las verdades del libro, muchas veces las olvidan. 

Otra cuestión sobre la que reflexionar, y más por la temática del blog, es como las historias son vistas como algo vivo, necesarias y con capacidad para enseñar y curar. Conor, en un primer momento, rechaza los cuentos del monstruo como algo inservible pero, poco a poco, empieza a entender como reflejan las situaciones vividas por brujas, principes e hijas de molineros su propia vida. 

Jim Kay remata el resultado final con sus bellas ilustraciones. El juego de sombras, con un Conor perpetuamente resaltado en blanco y un monstruo a medio camino entre un gigante y la Cosa del Pantano, captan perfectamente la melancolía y lo fantástico de la historia.

Recomendado pues para aquellos que busque una lectura diferente, anclada en aspectos que todos conocemos (el monstruo, historias sobre brujas y príncipes...) pero con una vuelta de tuerca más cercana a la realidad y con un final duro pero valiente y honesto.