Estos pequeños relatos suceden en algún punto entra
“Los Mundos Cambiantes” y “Comesueños”. Por lo tanto, pueden contener spoilers de la primera novela.
Tep, el bandido, no se sentía afortunado. Desde que
había entrado en la banda de Thoran sentía que arriesgaba su vida más veces de
las que hubiese deseado. Hacía no mucho había sobrevivido a la fuga de unos
prisioneros, una tormenta de arena y al ataque de un morador, todo el mismo
día. Pero Thoran, en lugar de admirar su suerte, le había culpado de todo lo
que había salido mal. Y, ahora, le mandaba en busca de provisiones a lo largo y
ancho del desierto. Un desierto plagado de otros bandidos, lobos y demás
criaturas.
-Mira, hemos tenido suerte- dijo Remis, su
compañero, señalando un pequeño asentamiento- Seguro que encontramos algo allí.
De alguna forma, y aunque sabía que no tenía
elección, Tep se imaginó que se avecinaban problemas. Suspiró y se dirigió
hacía el campamento junto a Remis. Que fuese lo que Dolma quisiera.
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