Estos pequeños relatos suceden en algún punto entra
“Los Mundos Cambiantes” y “Comesueños”. Por lo tanto, pueden contener spoilers de la primera novela.
Aike vio el campamento desde la lejanía. Desmontó
del deslizador y se quedó mirándolo desde lo alto de la duna. Aún tenía dudas.
Su cuerpo, desde hacía unos días el de un hombre fornido, temblaba. No había
pasado unos meses fáciles. Había vuelto a Octa para hablar con los padres de
Joss sobre la muerte de su hijo. Había pasado un tiempo con los cambiaformas en
el Valle de la Sombra. Pero ahora, el próximo paso en su camino le parecía el
más difícil.
Había tardado lo suficiente en localizar el
campamento como para echarse atrás cuando estaba tan cerca. Entró y los
miembros de la tribu le miraron sin reconocerle. Entonces le vio, agachado
ayudando a alguien con la chatarra. Se dio la vuelta, le miró y le sonrió.
-Buenos días, ojos verdes- le dijo Welsh.
Cualquier duda que Aike hubiese tenido se disipó en
ese instante.
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